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Fernando Trueba da forma a ‘El artista y la modelo’

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Nuestro segundo Óscar español, Fernando Trueba, presenta su cinta número quince: “El artista y la modelo”. La historia, cimentada en el proceso creativo, asegura: “la obra maestra no tiene apariencia de querer serlo”. Obra maestra o no, la apariencia de esta película huye de las tendencias comerciales. Rodada en blanco y negro, sin música y en francés requiere de un espectador paciente que aguarde mecanismos más pausados para entrar en el relato.

El reparto lleva a Trueba a coincidir de nuevo con Aida Folch, diez años después de su descubrimiento en “El embrujo de Shanghai”, con la asidua de su cine Chus Lampreave y a trabajar por primera vez con dos actores europeos legendarios: Jean Rochefort y Claudia Cardinale, la musa de infancia de Fernando.

Chus Lampreave, Aida Folch, Fernando Trueba, Jean Rochefort y traductora

Chus Lampreave, Aida Folch, Fernando Trueba, Jean Rochefort y su traductora durante la presentación de “El artista y la modelo”

Titulares:

  • “Yo no habría hecho películas si no fuera por mi hermano escultor”.
  • “El mundo de hoy es un mundo dominado por las corporaciones, y por eso estamos en crisis”.
  • “El cine, como todas las artes, necesita libertad”.
  • “Estamos en un tiempo donde el director novel tiene difícil hacer la película que quiere en libertad. Pero estoy seguro de que va a haber quienes lo consigan”.
  • “Siempre supe cómo debía acabar la película. Es un acto humano, reflexionado y tranquilo”.
  • “Muchas de mis películas están dedicadas a Renoir. Si algo comparte ‘El artista y la modelo’ con Renoir es ese panteísmo latente en todo su cine”.

Chus Lampreave, Jean Rochefort, Aida Folch y Fernando Trueba

¿Te importa que tu película sea calificada como cine de autor?

Que la califiquen de cine de autor es un honor y un lujo. Estamos pasando un tiempo donde el joven director que empieza tiene difícil poder hacer en libertad la película que quiere. Estoy seguro que va a haber, como en todas las generaciones los hay, los que lo van a conseguir. Pero el mundo de hoy es un mundo dominado por las corporaciones y por las grandes compañías, no solo en el cine, en todos los ámbitos de nuestra vida. Ese tipo de compañías son las que nos han puesto a todos en la situación que estamos viviendo.

El cine, como todas las artes, lo que necesita es la libertad. La libertad unas veces la quieres, otras veces la negocias, otras veces la conquistas, otras la robas y otras se cuela por la puerta de atrás. Así que siempre va a ver gente que haga cine de autor. Es lo único que tiene sentido. Por ejemplo, “E.T.” es la película de autor de Spielberg. Es una película en la que nadie creía, Spielberg la hizo con poco presupuesto y contando una fantasía de infancia. Habla de cosas personales.

¿Por qué la película es en blanco y negro?

No es una decisión posterior. Estaba desde el origen y al final acabó siendo como en mi cabeza yo la había imaginado. Antes de escribir una palabra, la película ya era en blanco y negro.

¿Por qué no tiene música?

La película no tiene apenas música porque no lo exige. Pero no es una decisión que se tome previamente. Esperé a tener la película para ver si exigía música o no. Y al final acabó siendo como en mi cabeza yo la había imaginado en este aspecto: sin música, con sólo un pequeño trozo al final. Y el otro trocito de música que hay es porque en el guión se veía sólo a los músicos ensayar en la plaza, pero mientras preparábamos el plano ellos se aburrían y empezaron a tocar. Nos miramos el cámara, el de sonido y yo, nos hicimos una seña y nos dijimos: “¡a rodar!”.

¿Por qué los actores son de nacionalidades diferentes?

Uno elige a los actores según la nacionalidad de los personajes. Escribe un alemán y lo hace un alemán. A mí me gusta que los actores tengan la nacionalidad del personaje. Me parece que es más real.

¿Tú película está dedicada a Renoir?

Me da un poco de pudor dedicar una película a Renoir. Creo que más de una de mis películas están dedicadas a él o le deben mucho. Es un de mis directores favoritos, de los que me han enseñado no sólo a amar el cine sino a amar muchas otras cosas. Con Renoir la película es más que cinematográfica, es más que vital. Renoir tenía una manera de mirar a los seres humanos y a la vida muy bonita.

Aparte de los aspectos más formales, quizá lo que más tenga que ver con Renoir, de manera profunda, es ese panteísmo latente –doctrina que defiende que Dios está en todas las cosas– en todo el cine de Renoir, y creo que en esta película lo hay.

¿Te gustaría que esta historia fuera llevada al teatro?

Sí, por qué no. Lo que no me gusta es hacer el remake. Hacer una cosa diferente a veces es bonito. Lo bonito es hacer cosas distintas y encontrar ese elemento común, inevitable si las ha hecho la misma persona. Lo malo es cuando ese elemento común está en primer plano siempre. Porque estás siempre haciendo la misma película. Entonces es más complicado. El estilo es una cosa que aparece hagas lo que hagas. A veces, cuando haces una película de encargo. John Ford hizo películas de encargo la mayor parte de su vida y pudo hacer muy pocas que no fueran producidas por él. Y sin embargo había una parte muy suya en todas ellas.

¿Te ha dado problemas hacerla en blanco y negro?

El blanco y negro no me ha dado problemas. Yo creo que me hubiera dado más problemas el color. Las esculturas, los materiales, el señor del taller, los volúmenes de las cosas, no solo del cuerpo, de las esculturas… En blanco y negro era la manera adecuada para esta película.

Hablas del azar en esta película…

El azar está en el origen de las obras artísticas y los descubrimientos científicos. Cuando uno lee la Historia de la Ciencia, siempre la mitad de los descubrimientos son accidentes y casualidades. Y en la Historia del Arte a veces pasa eso: a veces el azar irrumpe y el personaje de Mercé le hace el regalo de una posición a Marc, de una idea, que de repente cambia todo.

Chus Lampreave, Aida Folch y Fernando Trueba

¿Por qué le dedicas esta película a tu hermano?

Yo no estaría aquí y no hubiera hecho películas si no fuera por mi hermano. Porque mi hermano, que tenía año y medio o más que yo, era un artista desde que nació. Nadie le había enseñado, nadie le había dicho que tenía que pintar. Él lo había elegido porque era un niño pequeño y con cuatro o cinco años ya pintaba maravillosamente. Yo, como todos los seres humanos, siempre iba detrás de mi hermano mayor intentando ser como él, copiarle, imitarle… Pero él era más sensible. Si yo estoy en una actividad artística es por mi hermano.

Tú querías que tu hermano participase…

Cuando pensé esta película, quería que mi hermano estuviera conmigo. No sólo en las esculturas, sino en la creación de las herramientas, en el diseño del taller… Mi hermano era artista pero también fabricaba sus propias herramientas. Eso no puedo ser. Mi hermano no pudo hacer esta película conmigo y por eso yo se la dedico a él doblemente, porque mi hermano también era un escultor, pero eso es anecdótico. En cualquier caso mi hermano está presente.

¿Qué cosas tuyas autobiográficas ves en la película?

En primer nivel, nada. En nivel profundo, está mi forma de ver las cosas y de mirar. Muchas personas que me conocen y han visto la película se ríen porque me ven por todas partes.

¿Por qué Aída tenía que ser Mercé desde hace seis años?

Es como el blanco y negro. Estaba desde el principio, desde antes de empezar a escribir. Recuerdo el día que estábamos escribiendo una de las secuencias del principio, cuando el personaje de Mercé llega a la casa y le preguntan: “¿de dónde eres?”. Jean-Claude Carrière -el co-guionista- me consulta: “¿de dónde quieres?” y digo yo: “pon que es de Reus”. Porque yo ya sabía que era ella. Me parecía perfecta para el personaje, a todos los niveles. Aparte que Aída como actriz, como persona, me encanta trabajar con ella. Pero luego los directores somos unos egoístas y cuando coges a alguien, coges al que consideras que es el perfecto y mejor para el personaje. Como actriz, como físico y aparte por la energía que ella tiene.

¿Has tenido a todos los actores que querías?

He tenido a todos los actores que les he propuesto estar en la película. Los personajes principales están. Por ejemplo, Jean Rochefort fue mi primera opción y yo ya quise trabajar con él en “Belle Époque”, pero estaba ocupado. Aparte que era un papel muy pequeñito, el del comisario, una cosa de siete días y vino a hacerlo un actor fantástico, Michelle Gallardo, que ¡casualidades de la vida! era amigo de Jean.

¿Qué fue lo más difícil del rodaje de “El artista y la modelo”?

Nunca hay un plano fácil. En esta película, por ejemplo, tenemos a una actriz desnuda la mayor parte del tiempo y lo complicado era no caer en ninguno de los peligros que acechan. No en caer en cutrería, vulgaridad o feísmo absurdo. Ni tampoco en el desnudo moderno publicitario que parece que te van a promocionar un champú de un momento a otro. Digamos, que tenía que haber una identificación entre la película y esos planos macro –planos cerrados con detalles– en los que está buscando hacer algo desnudo, hacer algo esencial… Algo despojado de trucos y adornos. Eso que el artista busca también lo busca la película. Hay una identificación entre lo que se cuenta y entre cómo se cuenta. Eso para mí era fundamental.

¿Por qué ese final?

Siempre supe que la película debía acabar así. Toda la película conduce a eso y se cuenta como un acto humano, reflexionado y tranquilo.

Jean Rochefort, Fernando Tueba y Aida Folch

Aída Folch interpreta al personaje de Mercè, la modelo.

¿Cómo llegas a este proyecto?

Fernando me llamó hace unos seis años. Me dijo que estaba pensando en escribir una película –ni siquiera tenía escrito el guión– y que pensaba rodarla en francés. Quería saber si yo lo hablaba, le dije que no pero que podía aprenderlo. Así que me fui a vivir al sur de Francia y le llamé a los seis meses para decirle: “bueno, ¿cuándo hacemos la película?

¿Has pasado frío en esta película en la que estás casi todo el tiempo desnuda?

He pasado frío cuando me tenía que bañar en el río. Pero me han tratado bien, me han cuidado mucho. He estado muy a gusto.

¿Cómo ha sido el rodaje?

Una manera de trabajar muy cómoda. Hemos sido un equipo muy pequeño, dieciséis personas, y me he sentido muy arropada por mis compañeros y por Fernando. Cuando tienes tanta confianza con alguien, es más cómodo. Para mí era muy importante que mi cuerpo se viera relajado, y creo que gracias al equipo y a la comodidad que me ha hecho sentir pues he estado cómoda y lo he disfrutado más que nunca.

Chus Lampreave interpreta a María, la criada española.

¿Cómo entras a participar en este proyecto?

Fernando me convenció para que hiciera esta película aunque tenía que hablar en francés, él me dijo que no me preocupase, que en aquella época las sirvientas españolas no lo hablaban bien. Yo he intentado que se entendiera pero creo que no lo he conseguido.

Jean Rochefort interpreta a Marc, el artista en declive.

¿Cómo ha sido tu relación con Fernando durante el rodaje?

He compartido con Fernando un estado mágico de una gran complicidad. Uno de mis amigos directores francés dice: “el director no está para dirigir a un actor, sino para inspirarlo”. Y Fernando cuenta con mucha sensibilidad y pudor una historia profunda y bonita sobre la vida y sobre la muerte.

¿Qué significa para ti esta película?

Con esta película me retiro del mundo del cine.

A vosotros, ¿qué os parece el cine de Trueba? ¿Os gusta? ¿No? ¿Por qué?

Archivado en: Periodista • miércoles, octubre 3rd, 2012
 

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Perfil

Licenciado en Periodismo y Máster en Creatividad y Guiones para Televisión por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.